Llevamos muchos años escuchando que nuestro modelo productivo no es el más adecuado. En todas y cada una de las crisis del último siglo (1936, 1945, 1973, 1993, 2008, 2020) hemos sido arrastrados “al agujero” por este motivo y han sido crisis que nos han llegado impuestas y nos han aplastado sin ningún tipo de piedad. Es cierto que todas las economías han sufrido debido a la globalización, pero se ha demostrado que aquellas cuyo modelo productivo estaba basado en la innovación, el conocimiento y la industria de forma sostenible no han pagado tan alto el peaje y han vivido recuperaciones rápidas. Sólo tenemos que ver en 2008 a EE. UU., generando una crisis financiera mundial y actuando posteriormente como motor económico, y en 2020 a China, creando una pandemia mundial y siendo el actual motor económico.
Cambiar nuestro modelo productivo
En cualquier caso, si algo tuvieron en común nuestros diferentes gobiernos fue llegar a la misma conclusión: debemos cambiar nuestro modelo productivo. Y, para ello, decidieron fijarse en las economías cercanas, aprobando medidas cuestionadas y cuestionables, pero que, por posible falta de interés, terminaron siendo un cambio que no cambió nada. Por desgracia, esta problemática no es genuina de nuestro país, ya que también es un mal endémico en media Europa y, con las grandes carencias que se han evidenciado en la crisis de 2020, ha obligado a reaccionar a Europa con su plan Next Generation.
El objetivo es impulsar de una vez por todas el cambio de modelo productivo agotado y basado en los servicios, por un modelo enfocado en la innovación y el conocimiento. Con este plan, se han movilizado todos los recursos económicos inimaginables para los Estados miembros, procurando evitar la diferencia de velocidad de recuperación entre países con modelos productivos basados en la innovación y el conocimiento de los servicios. Pero ese plan no es suficiente por sí mismo para cambiar el modelo.
El primer paso para el cambio del modelo productivo de servicios por uno de innovación y conocimiento en España se produjo en 2007, con un fenómeno que pasó desapercibido. Llegó un mecanismo fiscal que cerraba el círculo de la I+D+i generando un modelo económico y fiscal sostenible, aunque en raras ocasiones se ha entendido de una forma correcta. Cierto es que la motivación vino arropada por la OCDE y el G-20, pero ni mucho menos se creó aquí, y pretendía dejar de especular con bienes inmuebles y de vivir del turismo. En su lugar, quería apostar por crear ideas, buenas ideas, que aportaran valor añadido en nuestro PIB y que eliminaran la dependencia extranjera en el ámbito de tecnología, tal y como se expresaba en el preámbulo de la ley que lo regulaba.
Patent Box
Este mecanismo fue el incentivo llamado Patent Box, que 14 años después de su aprobación sigue siendo un gran desconocido, pero que, aprovechando su poder, ha demostrado que es capaz de generar una cultura de inversión I+D+i que además de ser sostenible, protege a las empresas que apuestan por este modelo ante las diversas crisis. Este poder se despliega porque la I+D+i lleva necesariamente asociada la generación de activos tangibles e intangibles, y el modelo fiscal planteado y bien entendido busca incentivar no sólo tener ideas, sino desarrollarlas y adquirir capacidades nuevas en el camino.
Esto implica que existe compatibilidad plena de Patent Box con el resto de los incentivos en el contexto de la inversión en I+D+i, incluidos los nuevos fondos del Next Generation. Por tanto, se permite a las entidades beneficiarse de los programas de ayudas nacionales, de las deducciones fiscales, y de las bonificaciones por personal investigador ante la tesorería de la Seguridad Social.
Asimismo, se genera una ecuación donde, con ideas, se puede recurrir a los programas de ayudas nacionales (CDTI) y europeas (Next Generation). Cuando se desarrollan esas ideas, existe el mecanismo de la deducción fiscal por I+D+i y, finalmente, cuando esos desarrollos se materializan en determinados activos intangibles como Patentes, Modelos de Utilidad, Software Avanzado o Diseños Industriales, se puede aprovechar el incentivo Patent Box.
Sostenible y funcional
Patent Box lleva funcionando en el mundo desde mucho antes de llegar a España, y han sido los países que han apostado con intenciones, herramientas y sentido común los que han consolidado su modelo productivo de innovación y conocimiento. Ese conocimiento es el vector del desarrollo y es el incentivo Patent Box.
Como primera y más importante conclusión, la I+D+i debe producir necesariamente activos tangibles e intangibles que generen beneficios económicos a las entidades que los poseen. Esto implica que el camino que se ha seguido y la inversión que se ha acometido es sostenible y funcional y, por lo tanto, ceder conocimiento, generará conocimiento.
Por consiguiente, sin utilizar el incentivo Patent Box, no conseguiremos un modelo productivo basado en la innovación y el conocimiento de una forma estable, aunque pongamos a disposición todas las herramientas poderosas del calibre de los fondos del Next Generation y sigamos aprovechando las actuales Deducciones Fiscales.
Como segunda y lamentable conclusión, en realidad, el actual modelo fiscal en España sólo se estudia en la dinámica de pagar menos impuestos, no como un mecanismo de fomento de inversión en I+D+i sostenible que cambie el modelo productivo. Y es por ello por lo que, pese a que se pongan a disposición herramientas muy poderosas, seguiremos esperando a que lleguen ayudas directas, pelearemos por mayor porcentaje de deducción fiscal o de Patent Box, pero no nos daremos cuenta de que nada de eso puede cambiar si no se ataca nuestro modelo productivo obsoleto para sobrevivir a esta crisis y a las que están por llegar.
Sobre el autor: Héctor Cifuentes Rubio, responsable del incentivo Patent Box en FI Group.
