¿Cómo reclamar una indemnización en caso de sufrir una negligencia veterinaria?

Descubre las tres vías más utilizadas que tienen los propietarios de las mascotas para demandar en caso de que esta sufra la mala praxis de un profesional.
Veterinaria

Las mascotas son una parte esencial para millones de españoles. El aumento de estas ha ido creciendo exponencialmente con el paso de los años. Sin embargo, ha sido la cuarentena y la imposibilidad de salir de casa la que ha hecho que estos números aumenten a un mayor ritmo. Muchos por la picaresca de contar con una excusa para poder salir de casa sin ser multados. Otros por el simple hecho de contar con compañía animal en estos duros momentos.

La sensibilización con el mundo animal también ha crecido mucho estos años, hasta el punto de que un partido político como PACMA, tan solo centrado en defender los derechos de los animales llegó a sacar más de 320.000 votos en las elecciones generales del 28 de abril de 2020. También son cada vez más habituales las denuncias por maltrato animal y la visibilidad que estas tienen en los medios de comunicación.

Negligencias veterinarias

Otro de los temas que más preocupa a los amantes de los animales, son las negligencias veterinarias. Al igual que las médicas, este tipo de negligencias no son muy habituales; pero ocurren y por lo tanto debemos saber como actuar en caso de que suframos alguna de estas prácticas. Como comentábamos, la sensibilización animal ha hecho que estas negligencias tengan más visibilidad y concienciación que nunca. Sin embargo ¿existen leyes que protejan a los animales y sus dueños en estas situaciones?

Las mascotas han pasado a adoptar un rol muy importante dentro de las familias, y eso conlleva que en caso de fallecimiento del animal o de daños graves, los propietarios se animen a reclamar. A continuación, mostramos los diferentes procedimientos a través de los cuales podemos llevar a cabo esta reclamación:

  1. Vía amistosa

Son muchos los propietarios que deciden llevar el caso de una negligencia veterinaria por la vía extrajudicial. El ahorro de tiempo y coste económico hacen que esta sea una de las vías preferidas a la hora de reclamar una indemnización. De llegar a un acuerdo, el cobro de la indemnización económica que la clínica realice a los perjudicados será mucho más rápido.

Otra de las ventajas es que se interrumpe la prescripción de cara a presentar acciones legales. Tal y como señala la Ley 42/2015, de 5 de octubre, de Enjuiciamiento Civil, se reduce de 15 a 5 años el plazo general establecido para las acciones personales: «Las acciones personales que no tengan plazo especial prescriben a los cinco años desde que pueda exigirse el cumplimiento de la obligación».

  1. Reclamación ante el Colegio Oficial de Veterinarios

Independientemente de que queramos llevar el caso por un avía amistosa, sería recomendable que reclamáramos la negligencia ante el Colegio Oficial de Veterinarios correspondiente a la zona donde se ha producido el suceso.

De esta manera conseguiremos que un Comité Deontológico examine nuestro caso. Dicho comité trazará un informe de lo ocurrido, reunirá pruebas y contará con testigos como si de una investigación judicial se tratara, pero sin los costes que esta produce. En caso de que la institución corporativa determine la negligencia del veterinario y la lesión a su Lex Artis (conjunto de jurisprudencia vertebradora de la praxis específica del gremio) el seguro de responsabilidad profesional del Colegio se hará cargo de una indemnización resarcitoria, determinada por el Comité Deontológico del Colegio Profesional de Veterinarios.

Esta es una manera de poder recibir una indemnización sin necesidad de ir a un juicio, aunque cabe la posibilidad de que el Colegio de Veterinaria dé la razón al profesional y no a los afectados en virtud de la investigación y los datos recabados.

  1. Vía judicial

Es la última opción, a la que nadie quiere acudir pero que en muchos casos es inevitable. Bien porque la reclamación al Colegio de Veterinaria no ha sido fructífera o bien porque no estamos conformes con la indemnización que nos ha sido concedida.

Llegado a este punto hay que tener claro que los veterinarios no están obligados a curar a todos los animales. No podemos reclamar cada vez que nuestra mascota fallezca en una clínica. Simplemente cuando se ha cometido una negligencia que ha acabado con la vida del animal o le ha causado daños físicos graves. Y es que los profesionales si que están obligados legalmente a proporcionar al «paciente» todos los cuidados que requiera según el estado de la ciencia y de la denominada lex artis ad hoc; que impone todos los conocimientos científicos y técnicas en aras de preservar la vida del paciente o corregir una patología.

Otra de las cosas que si que impone la Ley es la asepsia. Este concepto hace referencia a la obligación de que tanto los facultativos como las clínicas mantengan en buen estado las instalaciones y que dispongan del material necesario para tratar al animal.

Indemnización moral

Como siempre en la justicia, todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. En este caso, es a la parte demandante a quien le corresponde demostrar una relación causal entre la mala praxis del profesional y la muerte o patologías mostradas por el animal. Para demostrar esto necesitaremos un informe pericial veterinario.

De tener este informe completo y que demuestre realmente la mala praxis del veterinario, la justicia nos dará la razón y procederá a obligar a la clínica veterinaria a indemnizarnos. En la mayor parte de los casos, los demandantes lo que buscan es una indemnización económica; pero hay otros que van más allá y buscan una indemnización moral que repare los daños que esa pérdida les ha causado. En este último caso la cosa se complica puesto que es bastante difícil cuantificar los daños morales que provoca la pérdida de una mascota en una familia.

Por todo esto, ya conocemos las opciones que tenemos para reclamar en caso de que nuestra mascota sea víctima de una negligencia veterinaria. La elección de cada una de ellas variará según el coste económico, tiempo del proceso o indemnización que estemos dispuestos a recibir.

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